Con “Venezuela es un país en paz” inicié días atrás la presentación del informe anual de la Comisión especial para el Diálogo, la Paz y la Reconciliación Nacional del Parlamento venezolano que lidera el diputado Jorge Rodríguez Gómez.
Para agregar: “En Venezuela reina la paz…. en razón de millones y millones de venezolanos y venezolanas que le dieron la espalda a la violencia, que entendieron que de la confrontación nada bueno saldrá, que en el odio no se construye”
Precedida por la Mesa de Diálogo Nacional por la Convivencia que resultó de la firma, en septiembre de 2019, de acuerdo entre representantes del gobierno y la oposición orientado a la consecución de medidas que garantizasen los derechos políticos y socioeconómicos de los venezolanos, la Comisión se entregó por entero, en estos últimos catorce meses, a la reinstitucionalización del país lo cual hoy es un logro innegable.
Es tiempo ahora de un nuevo diálogo, del dialogo reformateado lo denominó el presidente Maduro que, a nuestro juicio y una vez más lo señalamos, debe ser inclusivo, transparente, preferiblemente a realizar en territorio nacional y enfocado a atender las urgencias de la economía y la mejora pronta de la calidad de vida de todos los venezolanos.
Dignificar el salario, mejorar significativamente las pensiones y las jubilaciones, erradicar el hambre y la pobreza -hambre cero, pobreza cero-, apoyar el emprendimiento y la inversión privada promoviendo la captación de capitales extranjeros, recuperar el sistema de salud y el de educación especialmente la infraestructura, el equipamiento y los insumos necesarios para la mayor calidad, adecuar los servicios, avanzar en la reestructuración de las instancias de justicia, son prioridades que deben agendarse en el nuevo dialogo a realizar.
El levantamiento de las sanciones extranjeras, la recuperación de los activos de la república usufructuados hoy, la reinserción de Venezuela en el sistema financiero internacional con el restablecimiento pleno de las relaciones con los multilaterales y el acceso inmediato a recursos, como los DEG, que tanto pueden ayudar en la recuperación económica, tiene que ser propósito común de quienes en lo sucesivo se incorporen al diálogo.
El fin de las ficciones con estructuras paralelas en las que nadie cree y que nada significan es un tema que no puede dejarse de lado y conviene resolver de la manera más expedita en las próximas jornadas.
La inclusión es clave para el éxito del nuevo diálogo y esta va más allá de gobierno y oposiciones: empresarios, emprendedores y trabajadores, académicos y jóvenes, representantes de las iglesias y de los medios de comunicación, de agrupaciones vecinales y comunales, de la llamada sociedad civil, están llamados a ser coprotagonistas porque a ellos también les duele la suerte de Venezuela.
Un aparte para concluir. Hay que dialogar con los de adentro pero también con los de afuera. Hay que dialogar con Estados Unidos, la Unión Europea, con Colombia y Brasil. Se ha dicho muchas veces “los estados no tienen amigos sino intereses” y hoy nuestros intereses y los de ellos coinciden y hacen posible reestablecer antiguas relaciones que alguna vez fueron de mutuo entendimiento. Respeto si por nuestra autodeterminación y por la no injerencia.
Diálogo y más diálogo que no hay otro camino para preservar la paz.
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