19Abr2024

El despelote del dólar

Por: Gloria Cuenca  |   14 Sep, 2022 - 11:08 am

Deberán mis contradictorios lectores y amables seguidores perdonar el título del artículo. Es un coloquialismo que raya en lo vulgar. Sin embargo, me pareció el más pertinente, para describir lo que han sido las dos últimas semanas en materia de economía en nuestra sufrida y amada Venezuela. Luego de una aparente calma y de la sistemática vocería del régimen: “Venezuela se arregló”, otra mentira, dicen los economistas serios: ocurrió lo que era de esperarse y el dólar americano, del tan “odiado y desdeñado imperio”. Se disparó y empezó a subir; tanto qué en una semana, perdió mas del 20 %, calculan los especialistas, con relación al valor del despreciado bolívar.

La gente recuerda lo que pasó recientemente. Se pierde la compostura: los especuladores aprovechan, los timoratos cierran negocios y, los demás mortales observamos como nuestro salario, poco de por sí, vuelve a caer a lo más bajo. La pregunta, ingenua ¿Qué pasó? De inmediato, surgen las voces autorizadas, los economistas, los más sabios: “Era de esperarse, el gobierno no hizo las cosas bien y una vez más estamos, cercanos a la hiperinflación. Que no había desaparecido, sino que se había suavizado.”  Nosotros,  docentes universitarios,  creímos haber logrado algo, lo perdimos de una vez. El régimen, descarado dice que, la subida de la divisa, tiene que ver con los aumentos del sueldo. ¿Quiere culpabilizarnos? Siempre busca aparecer como que, otros son los responsables: el imperio, Iván Duque, espías y agentes de la CIA, iguanas, rabo pelaos, monos, demás animales y circunstancias deben cargar con la culpa de la ignorancia y corrupción. Sospecho, hay quien saca provecho de esta nueva estampida. No creo nada de lo que dicen, son demasiado mentirosos. En cada situación, algunos enchufados resultan beneficiados. Por supuesto, altos jerarcas, corruptos y uno que otro cercano al poder que aprovecha del momento. Mientras, el resto del país sufre, recordando lo que pasamos hace poco. Lo tenemos en la memoria: escases, hiperinflación, colas agobiantes, mal humor y angustias por no poder acceder a determinados productos: ¿La seguridad alimentaria? ¡Bien, gracias!

Los bancos,  a los que, por cierto, en China comunista le dieron un golpe mortal a punta de tecnología, asumen y aumentan la crisis cerrando las posibilidades de adquirir las divisas. Quienes se ocupan de esto, desatan una guerra de nervios, pues a cada minuto el dólar, en realidad un dolor, sube puntos y puntos. Mientras tanto, yo que pienso viajar gracias a la generosidad de mis hijos, sufro, esta nueva debacle sin posibilidades de ningún tipo y bastante estresada.  El bono que se nos dio se vuelve sal y agua. Además, no se consigue cambiar los pocos bolívares a billetes verdes.  En algunos de los bancos no permiten hacer transferencias, ni siquiera en bolívares, el jueves 25/8. Quienes “saben más que todo el mundo”: dan instrucciones e indicaciones para intentar conseguir “las cuatro lochas” que se aspira cambiar. Nada resulta. Me digo, “Paciencia, piojo que la noche es larga” (vuelvo a pedir perdón por el coloquialismo), pero es que no se que hacer. Recuerdo la sentencia de mi madre sabia: “en el camino de la vida el trabajo es esperar”. Así será, cuando estos genios de la economía, que manejan el país, se vayan y logremos recuperarnos.

Otra vez, una mirada a la actitud del régimen: dicho, escrito, conversado y explicado, los comunistas tienen la mentira como política de estado. Así fue siempre y al parecer así será hasta que por razones nunca claras los expulsen del gobierno, quien sea que lo logre. Es impresionante como dicen mentiras sin que sientan el más mínimo estremecimiento, menos vergüenza. Estamos frente a gente que tiene el cinismo como filosofía y la mentira como verdad. ¡Los pobres! No saben que ocurre, en su ignorancia, la peor: creen que saben y no saben. Se han acostumbrado a decir mentiras de manera compulsiva, sin ningún remordimiento. La última de ellas, supuestamente, habían inyectado doscientos millones de dólares a la banca para detener la subida de la divisa. Un economista serio, los desmiente: “imposible no tienen cómo hacerlo, ya no les queda sino oro” y,  ellos son como el Rey Midas, pero al revés. ¡Dios nos agarre confesados!

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