24Abr2024

Alianza Guácharo: el verdadero orgullo monaguense

Por: Johel Orta Moros  |   10 Sep, 2021 - 10:57 am

En la calle Cedeño con Arriojas, de Maturín, estado Monagas, se encuentra la casa de don Luis Felipe Orta Hernández, conocido como el abuelo Toco o papá Luis, oriundo de la población de Boca del Pao del estado Anzoátegui, quien se vio obligado a huir por embarazar a una muchacha de la zona, con quien decidió no casarse. Fruto de esa unión nació su primer hijo, de nombre Luis Ramón Montaño, quien con el pasar de los años vivió en Maturín y se crió junto a su padre Luis Felipe y la abuela mamá Luisa y el resto de sus hermanos.

En un primer momento escogió como lugar de residencia El Corozo, luego se fue a Jusepín, donde trabajaba con el tío José Romero, hermano de quien luego fuese su esposa, allí trabajaban vendiendo madera. Se casó luego con una costurera insigne, doña Luisa Antonia Romero de Orta, nuestra entrañable mamá Luisa. De este hermoso romance nació, después de mi tío Efrén, Eudardo, Luis José, vino mi padre, Johel Orta Romero, luego los tíos Néstor y Orlando.

Mi padre, Johel Orta Romero, quien culminó sus estudios de bachillerato en la Unidad Educativa Miguel José Sanz, donde mi tío Efrén Orta se desempeñó como profesor de inglés, dado que mi abuelo lo envió a Trinidad y Tobago para estudiar ese idioma; su permanencia en la isla durante dos años, le abrió las puertas tiempo después en la industria petrolera.

En ese centro educativo, mi tío Efrén le impartió clases a su hoy esposa Eglis Madrid Alicandú, hija de mamá Chepita y papá Pico, padres de tío Vilico y tía Judith; posteriormente, mi tía Eglis fue profesora de educación física en distintos planteles de la localidad.

Culminado el bachillerato, mi papá decidió estudiar medicina en Mérida y luego se traslada a Caracas, especializándose en fonoaudiología, carrera que termina en Buenos Aires, Argentina. En un afortunado encuentro ocurrido en Maturín, específicamente en la casa de Amanda Chaparro Ramírez, quien era novia de mi tío Eudardo, conoció a mi madre, Eduvigis Moros Ramírez, hija de Lía de Jesús Ramírez Granado, familia de gran prestigio en el estado, con quien se reencontró en los espacios de la Universidad Central de Venezuela, donde cursaba primer año de Derecho; quien culminó sus estudios y se graduó de abogado en la Universidad de Carabobo años después. Allí, en los espacios de la UCV, se enamoraron. Posteriormente se casaron, escogiendo la ciudad de Caracas para vivir.

A pesar de haber nacido en Caracas, específicamente en el municipio Chacao, mantengo mis raíces monaguenses. Fui bautizado en la iglesia de San Simón, siendo mi padrino mi tío Efrén Rafael Orta Romero y mi madrina, mi tía Eglis Madrid de Orta.

Desde muy pequeño, desde el hogar de mis abuelos, en la hermosa esquina de la calle Cedeño, veía llegar a los expresos de la costa. Llegan a mi mente divertidos recuerdos sobre las maldades insignes que junto a mi hermana, primos y amigos de la infancia hicimos frente a la heladería o la panadería de Fausto, así como numerosas travesuras durante la construcción de la catedral de Maturín.

En la etapa de adolescente, evoco esos momentos donde mi hermana Carmen Cecilia, mis primas Orlis “la negrita”, Ivette “la gordita”, Yoima, Inés Alejandra “la mami”, Eukarena, Soraya Eskita y yo preparábamos suculentas comidas en la casa de Las Cocuizas. Asimismo, recuerdo claramente cuando Toñito Díaz, Johel Rafael y Néstor Luis nos íbamos al bar El Chispazo, donde nos sentábamos a jugar truco y nos tomábamos unas cervezas para luego comer arepas o tomarnos un mondongo en Lagureñita, además de los divertidos paseos por El Yarua, La Puchi, El Vietnam o El Escorpión, La Cowboy, El Emperador, El Guacharín, Los Kioscos y Mapirito.

Cuando los primos fueron creciendo, junto con Efrén Rafael, Orlando José, Héctor Eduardo, Luis Guillermo, Juan Ricardo, Efrén Eudardo y Otto, recorríamos la Isla El Burro, La Cruz del Marinero y el balneario de Guarapiche. Vale la pena recordar a los emblemáticos personajes como el loco Clinclín, quien conducía una bicicleta, tocaba la campana y gritaba “la vida es una carrera loca hacia la muerte”, así como a Ángel, Maní o Monchito. Recuerdo todo esto porque somos maturinenses, crecimos y nos hicimos allí en Palo Negro, nuestro barrio querido.

Somos la verdadera alianza, la Alianza Guácharo, nos preparamos para dar propuestas serias a los problemas de la región y lucharemos en la gobernación de Monagas para buscar los recursos necesarios para nuestro estado, a través de la lucha que emprenderemos para lograr el rescate del proceso de descentralización, porque tal y como lo decía mamá Luisa “no somos unos marruñecos”.

A mí nadie me va a echar cuentos de Maturín porque me la conozco de memoria. Soy y me desarrollé en la hermosa capital de Monagas. Durante la temporada de lluvia recuerdo que saltábamos charcos y salíamos a montar bicicleta, muchísimas veces reparadas en el local de don Darío.

En la finca familiar Corozal, localizada en El Corozo, propiedad de mi tío Efrén Orta, recogíamos los mereys para procesar los dulces. El Corozo es el pueblo más dulce de Venezuela porque allí se hacen los mejores manjares en almíbar. La tía Eglis, junto con la esposa del negro Jorge, capataz de la finca, quemaban y tostaban las pepas de merey, que luego nos las comíamos con sal y tenían un gusto espectacular.

En esa hermosa y productiva finca, el tío Efrén tenía una novilla llamada Corazón, noble y preciosa, pardo suiza, a la que el negro Jorge, por tener lengua mocha, la llamaba «Codazóoooon, Codazón. Con este particular llamado iba al comedero y noblemente levantaba el rabo, en señal de nobleza para que todos la ordeñáramos y bebiéramos de esa hermosa ubre una leche divina y que, por supuesto, nos purgaba, porque no estaba hervida ni procesada.

En ese hermoso lugar, donde viví momentos inolvidables, también se criaban y se mataban reses. Nuestra tía tomaba un vaso y lo colocaba en la zona donde entraba la puñalada en el animal para agarrar la sangre y nos la daba a tomar a cada uno de sus sobrinos.

En la finca donde crecimos, el tío armaba inolvidables fiestas donde abundaban las terneras y participaba con su música el famoso bajista “carne frita”. Cuando llegó el gobierno del presidente Chávez, el tío vendió la propiedad por temor a las invasiones y expropiaciones. Se dejó de producir queso, leche, carne, maíz, merey y otros productos que da la tierra de Monagas, sustituyéndose por la construcción de viviendas.

De Maturín somos nosotros y nadie lo puede poner en duda. Los invito a preguntar a nuestros paisanos por el doctor Eduardo Orta, primer dermatólogo de Maturín; por Néstor Orta, conocido comerciante de la entidad; Orlando Orta, artista plástico y profesor universitario egresado del Pedagógico de Maturín, o el doctor Luis José “Gûicho” Orta, destacado abogado y procurador agrario del estado Monagas durante el gobierno del presidente Luis Herrera Campins.

Desde temprana edad asumí el reto de involucrarme en el mundo de la política. Con apenas 13 años, durante el gobierno del presidente Luis Herrera Campins, fui responsable del programa Bibliobús para el oriente del país. En 1988 fui candidato a diputado al Congreso Nacional por el estado Monagas en las planchas de Copei, cuando el candidato presidencial fue Eduardo Fernández. Posteriormente fui concejal del municipio Baruta del estado Miranda, dos veces diputado a la Asamblea Legislativa del estado Miranda, siendo vicepresidente de la cámara y presidente de la fracción del partido Socialcristiano Copei.

Regreso a la vida política en el año 2017 para apoyar la candidatura del ingeniero Guillermo Call, en la cual trabajamos con esmero por parte del gran equipo que hoy nos acompaña en el proyecto Guácharo.

A los habitantes de cada municipio de Monagas, especialmente a mis hermanos de El Corozo, donde nació mi padre, gracias a una matrona para que doña Luisa Romero de Orta, lo pariera, con esfuerzo y con llanto, nos criamos nosotros con amor, humildad y respeto, que con seguridad saldrán a votar el próximo 21 de noviembre, para iniciar la salida del peor gobierno de la historia republicana del país, los invito a sumarse a la propuesta de la Alianza Democrática en la entidad, integrada por Proyecto Guácharo, Copei, Acción Democrática, Cambiemos, Avanzada Progresista, El Cambio, Primero Venezuela, Pro Ciudadanos, Venezuela Unida, así como un número importante de organizaciones políticas. Hagamos de Maturín lo que fue, una ciudad distinta que dé el ejemplo de lo que debe ser Venezuela.

No caigamos de nuevo en la trampa de los personeros del gobierno que con toda seguridad buscarán desmotivar a la gente para que no vote. Sin embargo, tengo la plena seguridad, en estos momentos de división dentro del Psuv, que obtendrán un contundente voto castigo, tal y como les sucedió a AD y a Copei en 1998, cuando ganó Hugo Chávez. Este es un pésimo gobierno que ha lastimado a los monaguenses y a todos los venezolanos.

Somos la realidad monaguense que se hastió de la mala gestión. Se está cocinando con leña porque no se tiene gas directo y es imposible adquirir una bombona. Se encienden velas ante las reiteradas fallas eléctricas; se anda a pie porque no hay gasolina o gasoil para los vehículos. Nos cansamos, de la mentira, de la falsedad y de la ineficacia gubernamental.

Les echo este cuento para que el sifrinaje político no malinterprete nuestras verdades para su estricta conveniencia. No creemos en ataques, no creemos en atajos, nosotros somos un solo pueblo, una sola hermandad y nadie nos va a separar, somos la verdad, somos Monagas, somos Venezuela.

Recuerden hermanos monaguenses: Juntos le devolveremos la alegría a Monagas.

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