Paul Nougaret lleva más de un año poniendo en práctica la inserción de un enfoque agroecológico en un contexto vitivinícola para tener en cuenta los equilibrios de la naturaleza y los servicios que brinda.
En este contexto, se han llevado a cabo acciones durante ese período, en particular mediante el desarrollo de una huerta ecológica y el establecimiento de setos y árboles frutales.
Hablar de todo esto pasa por internarse en el ambiente vitivinícola de una región tradicionalmente conocida por este tipo de explotación agrícola. Es más, su familia ha tenido las tierras aptas para este concepto agrícola por más de tres generaciones hasta llegar a su padre, Daniel, y están ubicados en el pueblo de Assas, muy cerca de la ciudad de Montpellier, donde cinco hectáreas son preparadas para el tradicional cultivo y recolección de la uva en esta región de Languedoc, al sur de Francia, articulada entre el mar Mediterráneo, el delta del río Ródano y la frontera española, reconocida como la región vinícola más productiva del mundo.
De Montpellier se viaja a través de los innumerables pueblos pequeños y centros urbanos vibrantes que navegan por una red de viñedos en constante expansión. A través de vastas áreas del campo, los viñedos se extienden como mares verdes hacia el horizonte, la industria vitivinícola te rodea a cada paso hasta llegar al pueblo de Assas donde Paul Nougaret ha establecido su proyecto de árboles y huerto ecológico.
Podríamos decir que Francia es conocida por estos huertos que Nougaret expone con apasionamiento y al cual le dedica tiempo y cariño como una manera de preservar un valor tradicional en este rincón del país galo. Antiguamente los franceses denominaban estos huertos como potager, un espacio separado del resto del jardín residencial. La mayoría de los huertos son aún versiones en miniatura de la antigua granja de parcelas familiares, pero la huerta no es diferente sólo en su historia, sino también su diseño. El huerto puede servir como elemento central de la planta ornamental, o puede ser poco más que una humilde parcela.
Nougaret nos lleva por su huerto una fuente de verduras, hortalizas, frutas y flores comestibles sembrados paralelamente en el borde de la plantación vitivinícola, tiene todo el atractivo visual de años y puede incorporar de manera permanente leñosa perennes o arbustos cerca de la superficie plantada (o entre) y las anuales.
El precedente histórico de este diseño se remonta a los Jardines del Renacimiento francés y la época barroca del jardín a la francesa. Sus objetivos según explica Paul es hacer la función de proporcionar alimentos estéticamente agradables y sobre todo garantizar la seguridad alimentaria, las plantas son elegidas tanto por su funcionalidad como por su color y formas. Los huertos pueden proporcionar comida, flores y hierbas para el hogar con muy poco mantenimiento. El objetivo es hacer que la función de proporcionar alimentos sea estéticamente alegre.
Nos explica Paul que estos huertos con cultivos de hortalizas y otras plantas útiles para el consumo humano, en contraste con un jardín de flores que existe para estéticas propósitos, típicamente incluye un montón de compost, y varias parcelas o áreas divididas de la tierra, destinados a cultivar uno o dos tipos de plantas en cada parcela, en este caso tiene peras, duraznos, y toda clase de hortalizas lechuga, rábano, petit-poids , son muchos los cultivos que se puedan presentar.
Recordamos que en la Segunda Guerra Mundial, muchas personas tenían un jardín llamado un” jardín de la victoria “, que proporcionaba alimentos y los recursos así liberados para el esfuerzo de guerra.
Indica Paul que con el empeoramiento de las condiciones económicas y el aumento de interés en la vida orgánica y sostenible, muchas personas recurren a la horticultura como un suplemento de su dieta familiar. El alimento cultivado en el patio trasero consume poco o ningún combustible para el transporte o mantenimiento, y el productor puede estar seguro de lo que se utilizó exactamente va a crecer. La horticultura orgánica, o la jardinería orgánica, se ha convertido cada vez más popular. Tiene un chorro de agua central, que sirve como reserva para el agua de riego mediante canales. Se trata de una forma de cultivo de hortalizas a escala pequeña.
La idea es que estos huertos se masifiquen, y así como existen cooperativas que se encargan de recibir las uvas que salen de los sembradíos regados por esta región francesa, los huertos , gocen de un importante apoyo por parte de asociaciones y movimientos sociales para lograr que estos sigan creciendo.
Incluso se añade la expansión educativa al crecimiento de huertos escolares, comunitarios y huertos sociales con fines terapéuticos. La mayoría de ellos aprovechan parcelas abandonadas o solares en desuso de titularidad pública y los transforman en oasis ecológicos de sostenibilidad, autogestión y convivencia con el fin de avanzar hacia un modelo de ciudad más amable.
Manifiesta que hay una creciente preocupación de la sociedad por el medioambiente y el deseo de cambiar el actual sistema alimentario buscando productos locales y ecológicos y así, reducir la distancia entre productores y consumidores. Además, esta revolución silenciosa promueve el asociacionismo y la cultura cooperativista, potencian la educación ambiental, fomenta el autoconsumo y puede llegar a convertirse en una fuente de emprendimiento
Se busca que la ciudadanía se conciencie sobre la importancia de la producción y el consumo de alimentos locales y ecológicos y participe en proyectos que hacen viable esta posibilidad
Otros aspectos a destacar son su función de educación medioambiental, mediante actividades para los colegios que permiten a los niños y niñas conocer el mundo agrícola y los principios de la agricultura biológica. También tiene una función social de convivencia entre generaciones, ya que las actividades educativas que se realizan en los huertos urbanos facilitan la relación entre los niños y la gente mayor.
En todo el mundo la idea de Paul en su pequeño pueblo de Assas ha ido creciendo este concepto , en los años 70 en Nueva York se empujo suavemente las raíces del movimiento de “guerrilleros verdes”, donde los activistas lanzaron bombas de semillas sobre las cercas para cultivar flores en terrenos baldíos urbanos. Durante las estaciones, el movimiento creció al estallido del primer jardín de la comunidad en la historia, en 1973, en Manhattan. Este es un campo convertido en jardín, mantenido y administrado conjuntamente por un grupo de residentes.
Al mismo tiempo, en Canadá, los “jardines de la comunidad” emergieron.
En Inglaterra aparecieron, en los años 70, muchos jardines y parques urbanos. Hoy en Londres, hay más de 30 “granjas urbanas” que traen un poco de campo en la ciudad.
En Alemania el concepto fue introducido más tarde, en los años 90.
En Berlín, por ejemplo, donde, gracias a los bajos precios de bienes raíces, muchas oportunidades de tierras en barbecho para la reasignación proporcionado espontánea de corta o larga duración.