Los franceses votan este domingo para decidir si confían un nuevo mandato al presidente centrista, Emmanuel Macron, o dan un giro a la extrema derecha con Marine Le Pen, una elección crucial con réplicas en el mundo.
Casi 49 millones de franceses están llamados a las urnas. Hasta el mediodía, un 26,41 % ya votaron, casi un punto más que en la primera vuelta y unos dos puntos menos que en el balotaje de 2017, según cifras del ministerio del Interior.
«Gracias por estar de nuevo ahí», dijo Emmanuel Macron a los apoderados tras votar en la ciudad costera de Le Touquet (norte). Marine Le Pen ya había votado previamente en su bastión de Hénin-Beaumont, también en el norte del país.
Según los últimos sondeos publicados el viernes, el candidato de La República en Marcha (LREM), de 44 años, se impondría a su rival de la Agrupación Nacional (RN), de 53 años, con una ventaja menor que en 2017, cuando se proclamó presidente con un 66,1 % de votos.
Cinco años después, Francia no es el mismo país: protestas sociales marcaron la primera mitad del mandato de Macron, una pandemia mundial confinó la población y la ofensiva rusa en Ucrania sacudió con fuerza el continente europeo.
La guerra a las puertas de la Unión Europea (UE) sobrevoló la campaña, aunque la principal preocupación de los franceses fue su poder adquisitivo, en un contexto de aumento de los precios de la energía y de la alimentación.
Más allá de escoger entre dos modelos de sociedad, los electores tienen entre sus manos seleccionar qué lugar en el mundo quieren para esta potencia económica y nuclear hasta 2027, una decisión que podría implicar cambios de alianzas si gana Le Pen.
La heredera del Frente Nacional propone inscribir la «prioridad nacional» en la Constitución, para excluir a los extranjeros de las ayudas sociales, y aboga por abandonar el mando integrado de la OTAN y reducir las competencias de la UE.
El mandatario saliente aboga en cambio por más Europa, ya sea en materia económica, social o de defensa, y recuperar su impulso reformista y liberal, con su propuesta estrella de retrasar la edad de jubilación de 62 a 65 años, que en 2020 ya creó protestas masivas.
«Entre la peste y el cólera, debemos tomar la decisión correcta», aseguró Pierre Charollais, un jubilado de 67 años en Rennes (oeste), abogando por un «voto responsable» en un contexto «particular» por la guerra en Ucrania y la presidencia francesa de la UE.
Los colegios electorales cerrarán a las 20H00 (18H00 GMT), tras lo que se conocerán los resultados. Le Pen podría convertirse en la primera mujer presidenta o Macron en el primero en ser reelegido desde el conservador Jacques Chirac (1995-2007).
En caso de alcanzar el Elíseo, la candidata de RN tiene previsto recorrer lugares simbólicos de la capital como el Arco del Triunfo o la plaza de la Concordia. Macron por su parte tiene previsto dirigirse a sus seguidores en el Campo de Marte, a los pies de la torre Eiffel.
La abstención se anuncia como una de las principales incógnitas del balotaje, máxime cuando el desencanto por deber votar de nuevo entre Macron y Le Pen cunde entre parte del electorado, especialmente jóvenes y los votantes del izquierdista Jean-Luc Mélenchon.
«Es complicado, estamos votando un poco a reculones para la segunda vuelta, hay que decir lo que es. Por desgracia, en la primera ronda no salió exactamente lo que quería», dijo a la AFP Robin Darchicourt, en el archipiélago francés de Guadalupe.
El 10 de abril, Mélenchon se impuso en este territorio francés en El Caribe y quedó en tercer lugar en toda Francia con casi un 22 % de votos. Los dos finalistas lanzaron guiños a sus electores durante toda la campaña para tratar de movilizarlos y atraerlos.
Le Pen apostó por aparecer como la defensora del poder adquisitivo, ante un rival que, a su juicio, desprecia las clases populares. Macron se esforzó en desmontar el programa de Le Pen y advertir del peligro de la llegada de la extrema derecha al poder.
«Podríamos alcanzar el récord de menor número de votos en una presidencial», dijo el sábado al diario Libération el politólogo Bruno Cautrès, para quien la abstención final de los votantes de izquierdas «no invertiría la tendencia» favorable a Macron.
«Sea cuál sea el vencedor, el país será más difícil de gobernar los próximos cinco años», indicó a la AFP la politóloga Chloé Morin. Una de las claves estará en las elecciones legislativas que se celebrarán el 12 y el 19 de junio.
Según un sondeo el viernes de BVA, un 66 % quiere que Macron pierda su mayoría parlamentaria. La última «cohabitación» remonta al período de 1997 a 2002, cuando Chirac, nombró primer ministro al socialista Lionel Jospin.
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