La cargadera de agua en los diferentes sectores populares de Maturín se está convirtiendo en un acto obligatorio que desencadena dolores a nivel lumbar y articular.
“Me duele el lomo de tanto cargar agua” fue la expresión de un hombre de 68 años de edad que, al llegar a casa luego de una intensa jornada laboral en unos galpones que cuida vía La Pica, debe ponerse ropa más cómoda, agarrar su carretilla y con un tambor pequeño de unos 60 litros abastecerse del vital líquido.
“Hago entre tres y cuatro viajes para llenar un tambor grande. Reposo un día y al siguiente debo continuar”, dijo el sexagenario que lleva tres meses en ese calvario en el sector Las Cocuizas.
Cabe mencionar que la bomba que abastece esa comunidad, se dañó, los técnicos de Aguas de Monagas dijeron que en una oportunidad que estaba trancada y luego que estaba quemada, situación que dejó sin el importante recurso hídrico a más de 500 familias.
Antes de que salga el sol y muy tarde por la noche, se escucha el tropel de las carretas, sillas de ruedas, choches y cuanto objeto sirva para transportar los envases con agua, la gente madruga para caminar varias cuadras hasta una pila donde el agua puede ser consumida sin ningún problema por ser de un pozo profundo.
“Mucha gente ha dicho le duele de todo, hasta el alma. Es un problema que si no se resuelve nos agarra Año Nuevo con un carreta en la mano”, agregó el hombre que se identificó con el nombre de Asdrúbal.
Contó también que hasta los más pequeños andan con su “pimpinita” cargando agua porque muchos de sus padres han sentido molestias en brazos, muñecas, hombros y espalda.
“Sé de muchos personas y jóvenes que andan con el nervio ciático inflamado por la cargadera de agua todos los días, pareciera una maldición lo que vivimos. Iremos a morir secos”.
Como este caso, muchos se repiten en la capital del estado Monagas donde la planta Potabilizadora del Bajo Guarapiche ha sido es paralizada repetidas veces por turbidez en el río Guarapiche y no existe un plan de atención por parte de Aguas de Monagas para abastecer a miles de familias con camiones cisternas.
“No han mandado camiones porque está uno solo y no da abasto para cubrir toda la ciudad. Así que estamos fregados”, aseveró Asdrúbal.
El hombre de la tercera edad dijo además que le sacan provecho al agua de lluvia que por fortuna “han caído fuertes torrenciales”. “Es la única manera de lavar y limpiar bien”.
Se conoció que cerca 200 bombas sumergibles es la demanda actual de la empresa hidrológica y la lista para adquirir un equipo nuevo es interminable y angustiante por el traspaso administrativo del poder ejecutivo regional tras la designación de Yelitza Santaella como nueva ministra de Educación.