A sus 82 años, Rosa Romero ostenta una sonrisa contagiosa, un carisma único y una energía envidiable entre los veinteañeros. Si bien no acumula importantes logros académicos ni profesionales, la alegría con que vive su vida hace que la suya sea una “Historia que inspira”.
“Cuando alguien me pregunta ‘señora Rosa, cómo está’, yo le digo: ‘Divina’”, dice entre risas.
Con más de ocho décadas de vida, Rosa vivió las dos dictaduras venezolanas (Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez), también gozó de la Venezuela rural y fue cortejada como se acostumbraba antes de la llegada de los teléfonos celulares.
Pese a que no se arrepiente de nada, ahí un factor que siempre ha sido inestable en su vida: El amor.
Cuando se le preguntó acerca de sus “conquistas”, Rosa aseguró que, de joven, siempre fue “muy bonita” y “muy cortejada”; sin embargo “nunca me enamoré”.
“De joven conocí a un barquisimetano y me enamoré de él. Pero era como muy prepotente y un día, simplemente le dije ‘no te quiero más’. Tiempo después, cuando yo tenía 30 años, me lo encontré; se había casado y tenía 5 hijos. Me preguntó si me había casado y le dije que no, entonces me respondió ‘Qué lástima’. No te voy a mentir, lloré y hasta el sol de hoy, yo creo que estoy pagando en vida lo que le hice a ese muchacho”.