“Como un lunes cualquiera”; así definen los monaguenses al día después de las elecciones. Lo que refleja la apatía de un pueblo que este domingo 6 de diciembre se negó a ir a las urnas para votar por un candidato en el que no creían.
Contrario a lo que se vio el día anterior, este lunes 7 de diciembre, Día de Maturín; las calles del centro de la ciudad capitalina se vieron atestada de personas que, más que preocuparse por saber los nombres de los diputados de la Asamblea Nacional se ocuparon en “resolver el día”.
Es así como de los supermercados asiáticos de la calle Monagas entraban y salían personas cada segundo; preguntando el precio de la harina de maíz (entre 850.000 y 1.100.000) y del aceite en efectivo (900.000), solo por mencionar dos productos.
Con las bolsas de compras magullándole las manos, Patricia Figueredo explica que ella no fue a votar “porque con eso no le compro ni un pan al hijo mío”.
“Ellos (los políticos) tienen sus intereses, ellos están bien pero ¿Y uno que está aquí pasando trabajo? Sin gas, sin agua, sin teléfono. Ellos no nos van a resolver los problemas, eso es mentira. Ni gobierno, ni oposición, ninguno”, asegura.
Así mismo, hay quien se preocupa por tener una navidad “lo más normal posible”; visitando las tiendas de ropa o pregunta el precio de las prendas en los “tarantines de las aceras”, donde un blue jeans cuesta entre 10 y 20 dólares según el estilo.
“Me atrevo a decir que a nadie, a excepción de quienes participaron, les importa lo que pasó ayer porque, para el resto de los venezolanos, fue un domingo cualquiera”; dijo Jesús Brito, quien preguntaba por zapatos de niño en una tienda del centro de Maturín.
“Yo salí hoy porque para ver qué le compro a mis chamos pero ayer, ni siquiera me preocupé en esperar los resultados ¿Para qué? Si desde antes ya se sabía quién iba a ganar”, cuenta el monaguense.
Este lunes se vio una Maturín apática; un escenario completamente diferente al del 7 de diciembre de 2015, cuando muchos aseguraban que “era el primer día de una nueva Venezuela” y, como coincidieron Figueredo y Brito “creíamos que el cambio era posible”.