«En un sueño JGH me reveló que visitó y sanó a mi hija en el Humnt»

Desde hace más de 20 años, Maryuli Gómez, una mujer de la ciudad de Maturín; guarda con recelo una estampita del próximo santo venezolano: José Gregorio Hernández.

Hace 21 años atrás, la mujer llevaba un embarazo normal, sin embargo, cuando tenía 33 semanas de gestación recibió una noticia que cambio su vida e hizo que su fe se incrementara.

‎La niña que se estaba formando en su vientre nacería con Gastrosquisis (defecto de nacimiento en el que un bebé nace con una abertura en la pared abdominal, cercana al cordón umbilical, por lo que los órganos internos, principalmente los intestinos, salen del cuerpo y quedan expuestos al líquido amniótico), una rara patología que afecta a muy pocos niños, pero que lamentable para la mayoría es letal.

‎Según el testimonio de la mujer, su médico le recomendó dos cosas: realizar los trámites con una funeraria para estar preparados cuando llegara el momento y, dar a luz en el Hospital Universitario Dr. Manuel Núñez Tovar (Humnt); lugar donde el caso se convirtió en algo extraordinario. «Era un control intenso y siempre me realizaban estudios médicos como forma de seguimiento».

Gómez, quien había dado a luz dos veces antes por parto natural, en esta oportunidad fue sometida a cesaría por lo complejo del caso, el cual ameritó tener preparado dos quirófanos, el otro sería para realizar, de inmediato, la operación de la niña.

«La intervención médica salió bien y a ella le colocaron en una incubadora. A los cuatro días fue que la vi, pero desde lejos, sin embargo, logré escuchar cuando el doctor le dijo a mi esposo que debíamos estar preparados porque la niña probablemente no aguantaba, el estómago estaba muy hinchado y los órganos estaban comprometidos», recordó la mujer con los ojos vidriosos por las lágrimas.
‎
En ese momento, Maryuli recibió un abrazo de su esposo quien le dijo: tengamos fe. Luego de un rato regresaron a su casa, la pequeña quedó internada en el Humnt.

El milagro empezó a gestarse

«Antes de irnos a casa le dije a mi esposo que me comprara una estampita del Dr. José Gregorio Hernández. Cuando regresó hablamos con una enfermera y la colocaron en el cabezal de la camita donde la tenían, vi cuando la colocaron y me quedé allí hasta las siete de la noche», dijo la mujer agraciada con la intercesión del venezolano que será elevado a los altares.
‎
‎Tras acostarse y quedarse profundamente dormida, quizás por el cansancio, «esa noche soñé que el Dr. José Gregorio Hernández fue a visitar a ni niña, que mandaron a sacar a todos y el entró. No lo escuché solo veía que hacía gestos. Me desperté y le dije a mi esposo, la niña se va a salvar».
‎
‎Con los primeros rayos del sol, Maryuli Gómez y su esposo se encaminaron al hospital, al llegar fueron recibidos con la noticia que la recién nacida había sido llevada nuevamente al quirófano porque la herida se había abierto.
‎
‎Quizás por más de cuatro horas aguardaron la presencia de los médicos, en medio de la incertidumbre por lo que pudiera pasar, las oraciones se incrementaron y la fe y la esperanza permanecieron intactas.

«Vimos bajar a los médicos con alegría porque la niña había aguantado la operación y se había salvado. La pasaron al cuarto llena de aparatos. ‎La cirujano recomendó que con un algodón humedecido en leche materna le mojara los labios, la tocara con sumo cuidado y le hablara como forma de estimulación».
‎
‎Ante el asombro de todos, la pequeña criatura empezó a recuperarse muy rápido y a la semana y media a la madre le permitieron darle pecho, a los 30 días la pasaron a «reten» y a los 33 días la entregaron a su progenitora para que la llevara a casa, con cuidados extremos.

Él ya era el santo de todos

Para Maryuli se trata de un verdadero milagro de Dios por intercesión del llamado «médico de los pobres», no tiene duda de eso. A su criterio la canonización de Hernández es sólo un acto de oficialización de lo que todos los venezolanos afirman, «es un santo».

«Yo no soy de creer en muchas cosas, pero con esto que me pasó puedo decir que los milagros existen y desde entonces mi fe está puesta en Dios y en el Dr. José Gregorio Hernández, mi hija es un milagro», afirma.

Asegura que vivir la canonización del venezolano más universal es un motivo de alegría para el país, porque con ella se rinde honor y se le da el lugar que merece el «Siervo de Dios».