Han pasado más de 15 años y lo que pudo ser un moderno estadio de béisbol para la comunidad de Tropical, en el municipio Punceres, hoy por hoy es un esqueleto de bloques rojos e hierro que aguantan la inclemencia del sol y de la lluvia.
Una estructura se pierde entre la maleza que constantemente crece a su entorno, sin embargo, a pesar que la obra no tiene el 50 % de culminación, el terreno de juego es utilizado por niños, jóvenes y adultos para la práctica de su deporte favorito.
Según los moradores de la referida comunidad, promesas van y vienen desde todos los niveles de la administración pública, “los políticos usan el estadio como bandera para captar votos en temporada electoral, sin embargo, allí esta esa estructura a la vista de todos”, aseguraron.
Las gradas nunca fueron culminadas, el techo no fue colocado, las paredes estructurales muestran su peor rostro y en lo que pudo ser los baños, crece la maleza en medio de escombros entre basura y botellas de cerveza.
Algunos aseguran que en ocasiones, las “instalaciones deportivas” han servido de guarida a los amigos de lo ajeno, e incluso, los más osado lo han aprovechado como hotel de paso para satisfacer sus necesidades corporales y sexuales, dejando en el sitio evidencias de sus actos.
La obra no cuenta con un cercado perimetral que resguarde lo poco existente, tampoco posee iluminación, sin embargo, una montaña de tierra negra en la entrada del campo sirve como “protección”.
El terreno deportivo, destacan los habitantes, recibe mantenimiento “una vez a la cuaresma”, sin embargo, a pesar de no posee las condiciones adecuadas, aun así es usado por quienes practican deporte.
Nadie sabe cuándo se reactivaran los trabajos que conlleven a la culminación de la obra, tampoco saben el motivo por el cual la estructura lleva tantos años paralizada, menos se imaginan una posible fecha en la cual se corte la cinta inaugural que permita la práctica de beisbol en óptimas condiciones y a la afición disfrutar de partidos.
Los vecinos han catalogado la construcción como otro elefante blanco, “es uno de los tantos que hay en Monagas y nosotros no podíamos quedar por fuera, a ello debemos sumarle una edificación petrolera que está cerca al monumento de la Virgen y que también lleva años paralizada”.
Mientras esperan que la obra sea reactivada, los moradores ven de forma conformista como la edificación se va consumiendo entre el óxido y el abandono.