28Mar2024

El venezolano dirige en Los Ángeles una innovadora producción de la única ópera del compositor alemán

Por: Ernestina Herrera  |   17 Abr, 2022 - 2:26 pm

¡Súbito!”, “umba, umba, umba…”, “un poco más de yammmmajajaja”. Gustavo Dudamel es todo onomatopeya. El director de orquesta venezolano (Barquisimeto, 41 años) apura frente a la Filarmónica de Los Ángeles los detalles finales de los ensayos de Fidelio, la única ópera que compuso Beethoven, que estrenará este jueves en la sala de conciertos Walt Disney de la ciudad californiana con actores y un coro de sordos. La producción de la obra del alemán debió estrenarse hace dos años en Barcelona como parte de las celebraciones por los 250 años de nacimiento del genio musical, pero la pandemia obligó a un cambio de planes.

Y ahí estaba el martes incombustible director, responsable de la Ópera de París, vestido de negro y con zapatillas Adidas. Pide a sus compañeros extraer de sus instrumentos un sonido más asfixiante, como el ambiente que vivía en su encierro el prisionero político Florestán, uno de los protagonistas. “Les recordé la pestilencia del lugar en el que estaba, cómo no cabía. Ese sentimiento de opresión. Además del dolor humano puedes sentir el espacio físico de donde está solamente con escuchar la música”, cuenta en un descanso del ensayo poco después.

Dudamel describe Fidelio como una de las páginas más importantes de la música. El compositor de Bonn tardó años en convertir el original francés, Leonor, o el amor conyugal, de Jean-Nicolas Bouilly. Desde mediados de 1790 hasta su estreno en Viena, en noviembre de 1805. Beethoven comenzó a detectar problemas de audición en 1798, cuando tenía 28 años. Poco después compartió en una carta a su hermano su desesperación ante lo que se convertiría en una sordera definitiva: “Qué humillación para mí cuando alguien escuchó una flauta a distancia y yo no oí nada; o alguien escuchó a un pastor cantar y nuevamente no oí nada. Mi desgracia es doblemente dolorosa porque estoy obligado a ser mal entendido”.

Su equipo pide evitar los temas políticos, pero es imposible en este caso, sabiendo que del amplio catálogo de Beethoven, el venezolano eligió la historia de un prisionero político rescatado por su mujer, Leonora, que se hace pasar por un hombre, Fidelio. El director de orquesta es consciente de las interpretaciones que tiene esto. “Va más allá. Somos prisioneros de muchas cosas. Más que un canto a la libertad en el sentido político, es la liberación del ser. A Beethoven le costó tanto, quería expresar ese prisionero que era él, estaba metido en una mazmorra. Con sus sordera, él estaba sumergido en una cárcel. Nos dio una llave para poder liberarnos”, explica.

“¡Qué silencio tan aterrador!”, exclama Florestán en el comienzo del segundo acto. Los expertos han documentado los numerosos obstáculos que la sordera impuso a Beethoven. A esto se sumó la complicación de que los trabajos vocales siempre le resultaron más difíciles que los instrumentales. Ensayó 18 arranques diferentes para el aria de Florestán In des Lebens Frühlingstagen y otros 10 para el del coro Wer ein holdes Weib. A pesar de esto, pudo dejar huellas en la escritura musical. “Ahí está el famoso tritono, las notas que toca el timpani, que es el mi bemol y el la natural, que eran consideradas el diablo en la música, la presencia del demonio. Se evitaban en un periodo previo a Beethoven, pero él las utilizó como un elemento teatral”.

El director venezolano comenzó a desarrollar en 2018 junto a su esposa, la actriz madrileña María Valverde, la idea de un montaje con actores sordos que pudieran reflejar el tormento interno de Beethoven por perder el oído. “Ese silencio en el que estaba sumergido le dio la capacidad para escribir una música que aún en nuestros tiempos sigue siendo vanguardista”, añade Dudamel. En el proyecto se implicó enseguida la reputada compañía Deaf West Theatre, originaria de Los Ángeles, que tiene experiencia desde 1991 en musicales, películas y series que involucran a personas sordas. Y se sumó también el Coro de Manos Blancas, compuesto por 12 artistas sordos originarios de la ciudad de Barquisimeto.

Sobre el escenario se mezclan los mundos de las personas oyentes y de los sordos. Los actores sordos Amelia Hensley, Josh Castille, Russell Harvard, Indie Robinson y Gregor Lopes interpretan el libreto en el lenguaje de señas estadounidense. Un paso por detrás de cada uno de ellos están los cantantes: la soprano Christiane Libor, el tenor Ian Koziara, el barítono Ryan Speedo Green, la soprano Gabriella Reyes y el tenor José Simerilla Romero. Hay tanto sobre el escenario que la audiencia no puede evitar sentirse excluida, como muchas veces se siente la población sorda en un mundo pensado para los oyentes.

“Es una forma de educarnos para que estemos más abiertos a mundos a los que no estamos acostumbrados. La colaboración de todos lleva a entender el lenguaje del alma en una ópera”, afirma Valverde, copresidenta de la Fundación Dudamel, que está dirigiendo un documental sobre el Coro de Manos Blancas.

Uno de estos es Jesús López Timaure. Tiene 31 años y estudia Análisis en Sistemas en la Universidad Lisandro Alvarado. Lleva desde 1999 en el conjunto, que forma parte de El Sistema de Venezuela, el programa público de educación musical. En los primeros viajes que hizo notó que no existían coros similares en otros países, que lleven la música al lenguaje de señas. Sin embargo, con el paso del tiempo el modelo se ha ido reproduciendo en otros países. Llegado a Los Ángeles a finales de marzo, el coro de sordos ha descubierto en Hollywood una nueva faceta, la de la actuación. “Es la primera vez que hacemos ópera. Hemos tenido que trabajar más. No solamente mostrar las señas, sino también ser más expresivos actoralmente. Hemos aprendido mucho de teatro. Previamente no sabía nada”, explica López a través de una intérprete.

Ha sido un capricho del destino que la puesta en escena de Fidelio, dirigida por Alberto Arvelo, colaborador de Dudamel, y el español Joaquín Solano, llegue semanas después de que la película CODA (siglas en inglés de Children of a Deaf Adult, Hijo de un adulto sordo), un retrato de una familia de pescadores sordos, se llevara el Oscar a Mejor película y que le valió al actor Troy Kotsur el primer premio de actuación en 36 años para una persona no oyente. La compañía Deaf West Theater está además adaptando CODA a un musical junto a la productora Pathe. “Cuando todo esto comenzó, no sabíamos que iba a existir la película. Es fascinante. Las energías y los deseos siempre convergen”, afirma Dudamel.

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