La crisis alimentaria sigue galopando en los sectores vulnerables de Monagas, especialmente en Maturín, riesgo que conlleva a la desnutrición severa dejando como último resultado la muerte.
En el sector El Cementerio, ubicado en la parroquia La Cruz, algunas familias como los Martínez sobreviven al día almorzando frutas y verduras guisadas, en vista que el único sueldo que devengan alcanza para comprar una harina de maíz y medio kilo de queso. Los nombres que aparecerán a continuación son ficticios por petición de los involucrados.
Mientras Germán sale todos los días a la empresa donde es parte del personal de mantenimiento, Eliana junto a sus dos hijos comienza a cosechar las frutas y verduras que tiene en el patio trasero de su vivienda, la cual es apta para sembrar cualquier tipo de tubérculo, para con ello preparar el almuerzo.
Yuca con guiso de lechosa verde y aliño es lo que a diario almuerza la familia, cuenta con tristeza y pena Eliana, quien se encuentra desempleada desde poco tiempo antes que la pandemia del Covid-19 golpeara a Venezuela.
“No te voy a decir que antes éramos millonarios, porque siempre la situación ha sido difícil, pero podíamos comprar un pollo y rendirlo o un kilo de carne. Yo me acuerdo de que hace muchos años qué no se podía hacer. Yo creo que hasta el más pobre comía bien, pero con este gobierno y la situación del país, que todo está carísimo, es muy difícil vivir bien”, subrayó.
Aunque dicha comunidad es reconocida por el Gobierno regional como una de las vulnerables y asistida por el Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP), dicho recurso no da basto para que las familias combatan la dura situación económica en la que viven.
“Aquí pasan hasta más de cuatro meses para que lleguen las bolsas CLAP, eso es demasiado tiempo, porque lo que llega da para un mes aproximadamente”, argumentó.
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